Cada final de año recibo un montón de preguntas de personas preocupadas porque dejan metas sin cumplir y sienten que, en lugar de avanzar, van en reversa, pues su lista de sueños no cumplidos sigue creciendo, haciéndoles sentir fracasados y frustrados. Por eso me di a la tarea de compartirte un proceso de autoexploración muy sencillo. Hazlo con amor para ti misma(o), cuestionándote con amabilidad y siguiendo paso a pasito para descubrir cómo este año que viene será mejor que los anteriores.
¿Qué metas tenías al principio del año y qué pasó con ellas?
El cierre de año es un momento ideal para reflexionar sobre tus metas y ver tus avances. Al mirar hacia atrás, recuerda cuáles te habías propuesto al principio de año y qué pasó con ellas. No solo se trata de enumerar éxitos y fracasos, sino de comprender las razones detrás de cada resultado. Pregúntate: “¿Qué hice bien (para repetirlo) y en qué puedo mejorar?; ¿por qué no pude lograr lo que quería?; ¿cómo me sentí con esta meta?; ¿por qué no pude empezar esta otra?”.
Hacer este autoanálisis te ayudará a conocerte más e identificar qué pasó con las metas que lograste y con las que no. Al hacer este ejercicio, trata de asumir tu responsabilidad; por más cosas que hayan pasado en tu exterior, normalmente, existen factores que fueron tu responsabilidad e influyeron en el resultado. Es importante que reconozcas el logro, pero también que asumas tu responsabilidad al no conseguirlo.
¿Qué aprendiste? ¿Cuáles son las lecciones que obtuviste?
Asumir responsabilidad no es solo por lo negativo, ya que también es importante reconocerte y valorar los aprendizajes y logros que obtuviste. Celebrar este progreso es importante para motivarte a seguir construyendo metas. Pueden ser logros pequeños o grandes, pues todo progreso es significativo, principalmente, si era una de las metas que te pusiste a principio del año. Esto es importante para ti.
¿En qué fallaste? ¿Qué te faltó aprender?
También resulta crucial que reconozcas y comprendas por qué no cumpliste ciertas metas. Este paso no consiste en castigarte, sino más bien en aprender qué pasó con los objetivos que no lograste alcanzar. “¿Fueron expectativas poco realistas?; ¿faltaron recursos o habilidades?; ¿hubo resistencias y miedos internos?; ¿en qué fallé?; ¿qué me falta aprender para lograr mi meta?; ¿cómo podría aprenderlo?”. Comprender estos aspectos te prepara para planificar mejor y cultivar las cualidades, recursos y capacidades necesarias para superar los desafíos del futuro.
Ejemplo
Entre las metas de Manuel estaban aprender a bailar y adoptar una rutina de gimnasio. Al finalizar el año, aprendió a bailar, pero abandonó el gimnasio al segundo mes. Hizo un autoanálisis y ambas metas tenían muchos puntos en común: hizo el plan; se inscribió a ambas actividades, comenzó a ir, y tenía el tiempo y, supuestamente, motivación por las dos. Pero al analizar más profundamente, se dio cuenta de que le gusta mucho realizar actividades físicas en compañía. En las clases de baile charlaba con todas las personas, pero en el gimnasio no tanto. Gracias a este descubrimiento, ahora se ha dado cuenta de que si se inscribe a una clase sociable en el gimnasio tiene más posibilidades de lograr esa meta el siguiente año. Además de celebrar que cumplió su objetivo de aprender a bailar, al hacer estos ejercicios se siente más motivado, porque ahora sabe qué cambios hacer para lograr la otra meta.
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Crea tus nuevas metas
¿Qué es importante para ti ahora?
Una vez realizado el proceso anterior, estás lista(o) para fijar tu rumbo. Al establecer nuevas metas, considera tu crecimiento y los cambios que has experimentado. Pregúntate qué es importante para ti ahora, quién eres y qué deseas en este momento. Asegúrate de que tus nuevas metas reflejen esto y estén alineadas con quién eres ahora. Luego, pregúntate cuáles de este año quieres conservar. Haz una limpieza considerando quién eres y qué es lo que te interesa en el presente. Sé honesta(o); si no te has aplicado en hacer algo, puede ser que el esfuerzo no valga la pena, o que haya miedos y resistencias que debas transformar antes de poder conseguirlo.
Considera lo que tienes que aprender. Haz compromisos concretos para adquirir los recursos que te faltan. Estas nuevas acciones podrían ser parte de tus metas para un nuevo año. Te sugiero ser amable contigo misma(o) creando metas posibles, sin que te lleven a hacer un esfuerzo que rebase tu capacidad. Una buena opción es tener la creatividad para crear pasos intermedios: acciones que te lleven a superarte, que sean posibles y que te motiven. Si tu personalidad te lleva a aislarte y a estar frente al televisor —o cualquier dispositivo con pantalla—, cuando lo que necesitas y deseas es ser más social y estar en forma, podrías integrar en tu rutina una actividad social que implique movimiento; inscribirte a un club de deportes como ciclismo, senderismo o unas clases de baile, como lo hizo Manuel. De esta manera logras hacer ejercicio sin la resistencia que te podría generar ir a un gimnasio.
Elige los compromisos que asumirás
Tú eres quien dirige tu vida, y por eso te toca elegir hacia donde irás. Reconoce lo que ya tienes en tu plato, aquellos compromisos que ocupan tiempo y energía. Es mejor que comprometerte con lo que puedes y quieres realizar en lugar de tener una larga lista de objetivos. También te recomiendo que la hagas priorizando y sin tratar de empezar con todo a la vez. Si vas integrando los cambios poco a poco, te irás acostumbrando, y pronto se volverán hábitos que llevarás a cabo de manera natural.
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