Cada decisión de vida es un reto, y depende de cada quien cómo asumirlo.
Algunos eligen el camino del menor esfuerzo, aquel donde creen conocer las reglas y sienten certeza de lo que van a vivir.
Otros escogen caminos nuevos y desconocidos, trayectos por los que nadie de su familia ha ido. Se lanzan a vivir queriendo experimentar aventuras, y lo hacen con valor y entusiasmo.
Los retos tienen que ver con las metas que te pones, lo que deseas obtener de la vida y con lo que estás dispuesta(o) a sacrificar o arriesgar.
Pero, al ser un riesgo, te enfrentas con la incertidumbre, y no saber lo que va a pasar —si fracasarás o tendrás éxito— puede hacer que te encojas ante tus retos. Por eso, aquí te presento las cinco claves para reconocer si te estás encogiendo ante ellos:
1. Delegas la decisión en otra persona
La dificultad para tomar decisiones crece con el riesgo que estas implican. Algunas personas corren a buscar ayuda en alguna figura a la que le dan autoridad, desde algún amigo cercano hasta su astrólogo.
Otros puntos de vista aportan una visión más amplia y ayudan a tomar en cuenta aspectos que no se habían considerado.
Pero dejar que otros decidan por ti es igual a darle las riendas de tu vida a otra persona. ¿Realmente eso quieres?
2. Te quedas en el análisis
Una cosa es evaluar las alternativas y prevenir las posibles consecuencias para tomar la mejor decisión, y otra muy diferente es estancarte pensando en exceso sin pasar a la acción.
Cuando te exiges la perfección, que es imposible de alcanzar, te quedas paralizada(o), porque ningún camino te parece lo suficientemente bueno.
3. Te devalúas
La falta de confianza en ti hace que tu mente se llene de pensamientos negativos como: “no hago nada bien”, “no voy a poder”, “no me lo merezco”, etc.
Tienes mucho poder sobre ti, y lo que te dices influye sobre tus sentimientos y tu rendimiento. Así que activa tus sirenas de alarma cuando tu mente se ponga negativa.
4. Te resistes al cambio
Te guste o no, estás en constante cambio. Te resistes al cambio porque tienes que perder la etapa anterior, y las pérdidas duelen.
Mientras más te aferras, más sufres, y es que la vida no permanece igual. Lo único seguro es que todo cambia. Así que súbete al tobogán de la vida y agárrate fuerte.
5. Te dejas invadir por el miedo
Uno de los miedos más grandes es equivocarte y fracasar.
Un miedo “saludable” hace que te pongas alerta y cuides los detalles necesarios para enfrentar el reto con éxito.
Sin embargo, cuando el miedo es enorme, te encoges y te llenas de preocupación y ansiedad; te alteras y drenas tu vitalidad.
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Hasta aquí has identificado las claves que te indican si te está costando decidirte ante un reto. Ahora te presento las cinco claves para transformar un reto en una oportunidad:
1. Toma las riendas de tu vida
Renuncia a preguntar a los demás lo que deberías de hacer y toma tus propias decisiones.
Haz una pausa antes de actuar y cuestiónate: “¿hacia dónde estoy llevando mi vida?”.
¿Lo que estás haciendo es lo que quieres o es lo que crees que debes hacer?
Al empezar a hacer lo que eliges, actúas desde el poder y dejas ir el rol de víctima.
La mejor persona para llevar las riendas de tu vida eres tú. Agárralas con poder y confianza.
2. Usa tu intuición
Quédate en silencio y aíslate por unos minutos. Desacelera tu cuerpo y tu mente usando la respiración. Inhala y exhala profundamente. Enfoca tu atención en cómo entra el aire en tus pulmones.
Cuando hayas logrado un estado de tranquilidad, escucha tu corazón y recibirás la guía de tu propia sabiduría.
Empieza por escuchar a la parte de ti que tiene miedo, aquella que te inunda con dudas. Pon atención a las razones que te da y haz una lista con todo lo que te dice.
Toma lo que te sirve, únicamente lo que es valioso para tu protección. Luego toma las decisiones escuchando la parte de ti que es sabia y que sabe cuándo arriesgarse y qué medidas necesitas para cuidarte.
3. Ámate
Vas a elevar la estima que sientes por ti para llegar a tu más alto potencial. El ejercicio es muy sencillo: lo único que vas a hacer es amarte. Pase lo que pase, hagas lo que hagas, vas a elegir amarte.
¿Cómo lo vas a hacer en la práctica?
Vamos a suponer que se te olvida algo importante, y cuando te das cuenta te martirizas pensando que eres de lo peor. Te dices: ¡alto! —así paras toda la basura que te estás aventando con tu cabeza—, y piensas: “aun habiendo hecho algo que considero tan terrible, me amo”.
Amarte se convierte en una elección. Vas a crear un nuevo hábito con el que dejarás de maltratarte y aprenderás a tratarte con amor y respeto.
4. Dale la bienvenida al cambio
Cada persona es única y le da un significado diferente a lo que vive. Por eso, una situación puede ser fabulosa para alguien y una desgracia para otra persona.
Por ejemplo, cuando mi abuelita murió, para mí fue una bendición, porque llevaba años enferma sin poderse mover. Su muerte representaba, en mi opinión, el descanso de la persona que amaba.
En cambio, para la persona que la cuidaba representó una desgracia y estuvo deprimida varias semanas. Aunque tenía otro trabajo e iba a ganar lo mismo, cuidar a mi abuelita era su actividad diaria, y el cambio le generaba estrés y tristeza.
Hay personas que le dan la bienvenida a los cambios, pero hay otras que los rechazan. ¿Tú qué haces? Obsérvate, aprende y elige darle la bienvenida a lo nuevo.
La manera en que enfrentas un cambio se relaciona con el significado que le das, y esto depende cien por ciento de ti.
5. Haz tu pequeña parte
Es importante que actúes con poder, amor y sabiduría, aceptando que existen cosas fuera de tu control
Solo puedes hacer tu pequeña parte, y lo demás lo sueltas, lo entregas y te rindes a algo más grande que tú.
Cuando aceptas que hay una parte que se sale de tu área de control, puedes fluir con las circunstancias.
Vivir con la ilusión de que todo, absolutamente todo lo que te sucede, depende de lo que haces es un acto arrogante.
La humildad es la virtud de reconocer tus limitaciones y tus capacidades reales. Al enfrentar un reto siendo humilde, solo haces la parte que te corresponde, aquella que puedes asumir con éxito. En lugar de encogerte, al ser humilde te estiras y alcanzas tu potencial.
Ahora tienes la consciencia para asumir una actitud positiva, de confianza en ti y con el poder de enfrentar los retos.