Autocuidado sin culpa

¿Por qué a veces sientes que no mereces cuidarte y te llenas de culpa cada vez que haces algo bueno por ti? El autocuidado no se trata solo de cuidar tu cuerpo, sino también de nutrir tu mente y espíritu. En un mundo acelerado, en el que las demandas y las presiones son constantes, establecer hábitos de autocuidado resulta un desafío, y por eso necesitas herramientas en busca de mantener un equilibrio saludable en la vida.


¿Te estás cuidando?

Sabes que debes cuidarte, pero, en ocasiones, terminas envuelta(o) en actitudes y acciones que te llevan en la dirección contraria. ¿Por qué sucede esto?

Existe una tendencia entre los seres humanos de mantenerse en una zona conocida. Las siguientes preguntas te ayudarán a reconocer si cuidarte está en la tuya o no:

  • ¿Escuchas tu cuerpo? Cuando lo haces, reconoces lo que necesitas.
  • ¿Atiendes tus necesidades con amabilidad? Por ejemplo: si tienes sueño, descansas; si tienes sed, tomas agua. Reconoce si pospones tu satisfacción o te criticas internamente pensando lo siguiente: “No debería sentir esto”; “Primero hago esto, y cuando lo termine, haré lo que yo necesito”.
  • Cuando estás dándote un espacio para cuidarte, ¿te sientes culpable?; ¿te da ansiedad hacer algo para ti? Los autojuicios y las autocriticas impiden que disfrutes lo que haces.

Si eres capaz de escuchar tu cuerpo, atender tus necesidades amablemente y te sientes libre de culpa al hacer cosas buenas por ti, significa que has integrado el hábito de autocuidarte.

Si, por el contrario, cuando te cuidas tienes que hacer un esfuerzo, no logras mantener los compromisos que realizas para ello y priorizas otras actividades o personas, entonces no lo has integrado como una parte conocida, pues estás luchando por mantenerte en el camino de tu bienestar.

Normalmente, todo esto comienza en la familia, en lo que has tomado de ella y de los otros sistemas a los que perteneces. Si en ellos lo “normal” es descuidarte, sacrificarte por los demás y dejar de reconocer tus límites y necesidades, entonces eso es lo que harás. Es lo que te es conocido; estás acostumbrada(o) a vivir así.

Entonces, autocuidarte es hacer tu vida de una nueva manera, y lo nuevo trae algunos retos, entre ellos los siguientes:

  • No tienes herramientas suficientes para aplicarlo.
  • Necesitas más energía, enfoque y esfuerzo para hacer algo que no conoces.
  • Te sientes diferente a tu sistema; ya no encajas igual.
  • Sientes culpa de no seguir al grupo en sus formas.
  • Sientes que eres rechazada o criticada por los demás.

Sumado a estos retos, quizá tengas la idea de que debes ganarte el derecho a ser bien tratada(o), como si lo “normal” fuera ser maltratada(o). Entonces, cuando haces algo bien, como lograr una meta que te costó mucho trabajo o salir adelante tras una semana especialmente difícil, eliges premiarte haciendo algo que en realidad te maltrata. Por eso, algunas personas celebran sus logros tomando demasiado alcohol, comiendo hasta enfermarse o no durmiendo por quedarse toda la noche en un maratón de televisión que ni disfrutan.

Para muchos, descuidarse de estas maneras es lo “normal”; lo que se da fácilmente y cuidarse es lo que parece difícil. Así lo perciben en su sistema y lo llevan a cabo de manera leal.

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¿Como integrar el autocuidado?

Para integrar el autocuidado como una parte natural de tu vida, te sugiero seguir los siguientes pasos:


Romper la lealtad con los sistemas a los que perteneces

Un buen ejercicio es imaginar a las personas de las cuales aprendiste a descuidarte dándote un nuevo mensaje positivo. Cierra tus ojos y visualiza que te dicen lo siguiente: “Tienes nuestro permiso y nuestras bendiciones para cuidarte, priorizarte y sentirte muy bien contigo misma(o) cada vez que lo haces”.


Establecer vínculos con otros sistemas en los que lo “normal” es cuidarse

Únete a grupos que tienen el hábito de cuidarse y que les parece normal. De esta manera, irás integrando nuevas reglas de vida que te ayudarán a sentirte capaz de practicar el autocuidado en tu vida.

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Identificar tus necesidades personales

El primer paso hacia un autocuidado efectivo es aprender a escuchar tu cuerpo y mente. Esto implica reconocer cuándo necesitas descanso, nutrición, ejercicio o tiempo a solas. Por ejemplo, si te sientes cansada(o) constantemente, puede ser una señal de que necesitas ajustar tus patrones de sueño o tu dieta. Para poder escuchar necesitas hacerte una simple pregunta: “¿Cómo estoy?”, abriendo tu mente a escuchar la respuesta.


Responder efectivamente a las necesidades

Una vez identificadas las necesidades, el siguiente paso es responder a ellas. Esto puede significar establecer una rutina de sueño regular, participar en actividades que disfrutes o buscar apoyo emocional cuando lo necesites. Para responder adecuadamente a tus necesidades puedes hacerte esta pregunta: “¿Qué puede mejorar?”. Generalmente, la respuesta que te venga es un paso en la dirección correcta.


Establece rutinas de autocuidado

Establecer algunas rutinas diarias de autocuidado te ayuda a mantener un equilibrio. Esto podría incluir prácticas como la meditación matutina, ejercicios de respiración o un tiempo de lectura tranquila antes de dormir. La constancia en estas prácticas fomenta la disciplina y la autoconsciencia. Te sugiero probar una rutina sencilla que te lleve unos diez minutos y experimentar la diferencia.

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A veces, el autocuidado implica buscar ayuda profesional. Ya sean sesiones del Método Magui Block® o algún taller de crecimiento, recibir orientación experta puede ser un paso poderoso para conseguir el bienestar personal.